Como todas las Canarias, Fuerteventura es una isla de origen volcánico. Fue la primera de las Canarias actuales en formarse, construyéndose principalmente durante el Mioceno, entre 22 y 10 millones de años antes de nuestra Era. Es pues una isla antigua, ya muy desmantelada por la erosión y por tanto de relieve suave, si bien “rejuvenecida” en parte por actividad volcánica residual que ha llegado casi hasta nuestro tiempo, afectando sin embargo únicamente al norte y al centro de Fuerteventura. Allí, las erupciones de los últimos 100.000 años han dejado amplios campos de áspera lava denominados “malpaíses”. La elevación más alta es con 807 m el Pico de la Zarza, situado en la península de Jandía, en el sur de la isla, donde además se dan los relieves más escarpados.
Las rocas son mayoritariamente basaltos, de color oscuro y que al enfriarse forman característicos prismas verticales. Existen también traquitas, de color más claro, y otros tipos de rocas volcánicas. En el macizo de Betancuria hay rocas sedimentarias, que alternan con rocas volcánicas de origen submarino en una amplia zona en la que aflora el basamento de la isla, llamado a veces “complejo basal”, y que corresponde a la fase de crecimiento submarino de la misma.
Las costas de la isla cuentan con largas playas de arena clara, formada durante millones de años en el mar a partir de conchas de moluscos, erizos de mar y otros animales, así como algas calcáreas.